Cuando pensamos en industrias que afectan notablemente el medioambiente, pensamos en industrias de energía o alimentación. Sin embargo, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo.

Según un estudio que realizó la ONU, la industria textil utiliza cada año 93.000 millones de metros cúbicos de agua, un volumen suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas.

Asimismo, se confirmó que cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo que equivale a 3 millones de barriles de petróleo.

Las altas temperaturas dependen de nuestros hábitos y consumos más de lo que creemos

El modelo que más afecta a nuestras vidas es el de la “moda rápida”. Es decir, la industria ofrece a los consumidores cambios constantes de colecciones a bajos precios y alienta a comprar y desechar ropa frecuentemente.

Como consecuencia, la producción de prendas de vestir se duplica año tras año, lo que  trae una amplia cantidad efectos negativos en el ámbito social, económico y ambiental. ¿La solución a este panorama poco favorecedor? Consumir ropa que se fabrique de la manera más sustentable y ética posible.

La historia de Merlina y de MUGRE

En diálogo con MD, Merlina (26) nos relata desde Virrey del Pino el recorrido que hizo junto a la industria textil y la importancia de generar conciencia sobre nuestros consumos.

“Todo empieza en 2016 cuando surge el interés por la ropa un poco más distinta. Conocí el vintage que en el barrio donde vivo se conseguía a un precio muy bajo, y fue ahí cuando pensé en comercializarlo pero sin mucha noción de lo que estaba haciendo”, explica.

Según lo que relata Merlina, de a poco empezó a crear una identidad para su emprendimiento.

“Mis clientes eran mis amigxs y conocidxs. Lo de la ropa me llevo a dejar otros trabajos y dedicarme del todo a la reventa del vintage pero llegó un momento que la curiosidad y la creatividad era más grande que lo yo comunicaba de manera visual la página de mi marca. Ahí fue cuando aprendí a coser con una máquina Singer que conseguí en la feria de Oro Verde en ese entonces por $1.000”, agrega.

“En ese momento conocí un mundo nuevo, empecé a transformar prendas con formas pocos habituales, lo que todos querían y en pocos lugares conseguían. Poco a poco descubrí lo que me encantaba vender ropa y ver a la gente contenta de encontrar lo que buscaban. Mi marca hoy en día muto de mil maneras y la gente que me consume busca identidad en las prendas que selecciono, todos saben que es ropa usada y todos son consientes que la sustentabilidad es el futuro”, concluye.

MD: ¿Por qué crees que es importante apostar a estos proyectos?

“La importancia de elegir sustentabilidad ya es debería ser colectiva. Pienso que es un trabajo que tenemos que hacer como humanidad para no seguir arruinando este planeta tan hermoso que habitamos. Hoy en día hay miles de proyectos sustentables / reciclaje / segunda mano / orgánicos muy creativos muy únicos, ahora la moda tiene mucha hambre de creatividad de cosas nuevas y nada mejor que sea amigable con el planeta”, responde Merlina. 

Y agrega: Las grandes marcas nos ocultan dolor, hambre , esclavitud. Hacen una cápsula de prendas con algodón orgánico y se piensan que con eso ya salvaron el mundo”. 

MD: ¿Como es el proceso a la hora de crear una prenda? ¿Desde donde surge “Mugre”?

“Los procesos para crear prendas depende mucho a lo que te dediques en mi caso hablando desde mi única experiencia con Mugre fue un proceso poco habitual , muy artesanal y muy lento. Pero ni hablar de las ganas el cariño y la paciencia que había”, explica.

“Mugre es una marca que armamos con una amiga, Eve Bertini, una diseñadora de indumentaria de Ramos Mejía. Nos conocimos a través del vintage y ambas siempre fuimos muy curiosas. Además, tenemos gustos parecidos y en cuando a lo artístico hablamos varias veces de encarar proyectos que antes no se llevaron a cabo”, agrega.

“En plena pandemia nace MUGRE, desde la necesidad de crear mostrando que sin recursos pueden pasar cosas grosas, mugre al principio era lo que describe la palabra, MUGRE ninguna de las dos teníamos las máquinas necesarias para hacer una prenda pero las ganas eran tantas que matábamos nuestras maquinitas familiares haciendo prendas”, destaca.

Y concluye: “Siempre explotamos todos nuestros recursos para producir, para comunicar para cada mínimo detalle, MUGRE siempre llevo a cabo sus productos utilizando desechos textiles de marcas fast fashion, por eso siempre nuestras producciones eran lentas y de poco stock. Cuando salió la gente lo amó, nos compraban porque vendíamos quienes éramos y de dónde veníamos”.